domingo, 12 de julio de 2015

Reseña sobre: "América Latina y el mundo que viene" de Ricardo Lagos

A lo largo del año 2013 la cursada del 4to año de la carrera nos ha dejado en claro que la complejidad es la característica que prima a la hora de un sensato análisis del mundo actual, globalizado, capitalista, heterogéneo y homogéneo a su vez, con una asombrosa velocidad en sus cambios que justamente esos análisis deben ser revisados, cuestionados y reconfigurados para solo intentar entender, desde aquí, lejos de muchos aspectos, pero cercanos a su vez, ya que su impacto nos hace vivir en la cotidianeidad esas complejidades que parecen tan abrumadoras, y a veces, solo es cuestión de la transmisión, de hacer la prueba y dar un panorama un poco más simplificado.  Al fin y al cabo esa es la misión del docente, explicar, y que sus alumnos entiendan, que como bien dice el “slogan” de un gran programa radial entender es más importante que saber
Un año no basta para llegar a una absoluta comprensión, pero sí lograr dar un muy completo panorama de en este caso, las problemáticas de nuestro Continente Americano.  Es así que luego de un recorrido intenso, pasando por temas ambientales, sociales, políticos, económicos, culturales, cerramos esta excelente cursada con la lectura de “América Latina y el mundo que viene” de Ricardo Lagos, ex presidente de la vecina República de Chile.  Allí puede verse claramente la conjunción de esta idea al principio planteada, es decir, hacer un repaso o resumen de las temáticas, e intentar explicar de manera simple lo complejo.  Esa meta que debemos tener los docentes, aquí es plasmado de forma contundente por Lagos, quien hizo una selección de sus artículos publicados en el diario argentino Clarín durante varios años, pautando una correspondencia cronológica, con explicaciones muy accesibles, y obviamente una postura sin medias tintas.
En este marco, el autor recorre la extensa, compleja e intrincada actualidad sub-continental desde diversos ángulos de abordaje dividiendo la obra en cuatro capítulos: el primero en relación a los poderes externos y la relación con los mismos; el segundo sobre la democracia y el estado actual de las mismas en las naciones latinoamericanas; en el tercero el cambio climático es el eje; y finalmente el cuarto apunta a las finanzas y el orden mundial.  La postura es claramente crítica pero a su vez, lo cual creo que más importante, es de propuesta permanente, a partir de la experiencia y el conocimiento de ámbitos e instancias, Lagos sabe de lo que habla y que es posible o imposible.  Aquí se intentará hacer un breve análisis y relación con lo visto en la cursada, enriqueciendo y aportando algo más a esta que, desde mi humilde opinión, es una obra clara, accesible y con una muy completa visión de un continente que tiene una diversidad de actores que van desde el país más poderoso del mundo, hasta un puñado de naciones que quieren un lugar importante en la política y economía mundial desde hace tiempo.
Una cuestión fundamental que atraviesa esta obra y a su vez, todas nuestras temáticas durante la cursada, es la actual crisis que vive la economía mundial luego del estallido de la burbuja inmobiliaria en el año 2008, para luego sufrir las repercusiones en los años subsiguientes hasta nuestros días.  Todas las actividades económicas sufrieron las consecuencias: agricultura, ganadería, industrias, turismo, etc., aunque no en todos los Estados el efecto fue similar.  Algunas medidas proteccionistas como así también un Estado con la asistencia suficiente y un mercado interno un poco más fortalecido, hicieron que países como Argentina, Brasil o Chile no sufran un castigo tan crudo como se esperaba en una crisis sistémica como la del 2008.  Aquí vale destacar y relacionar estas cuestiones con puntos importantes que el autor refiere, como ser el reconocimiento de lo dicho, de una América Latina mejor preparada para ese impacto que Europa, pero que a su vez interrumpió cinco años de crecimiento muy importantes y continuados.  También la heterogeneidad del sub continente en lo que a políticas económicas se refiere, llama la atención luego de tantos años de esta supuesta “hermandad”, la cual sin dudas ha avanzado, pero no logrado sus objetivos.  Finalmente hay dos puntos más a destacar que vale la pena exponer, ambos en el primer capítulo referido a la relación con los poderes externos: el primero es sobre China, el gran comprador, el horizonte al cual deberíamos apuntar ya que es un actor de mucho peso e hizo que la economía mundial cambiara de manera significativa.  Si bien también sintió la crisis, hoy los planes de desarrollo territorial, como bien vimos en las diferentes bibliografías, están planeados en torno a esa salida hacia el Pacífico.  En segundo lugar Estados Unidos, el país más poderoso política y militarmente del planeta.  La idea de Lagos es clara: ni EEUU puede solo, ni nosotros podemos sin ellos.  Obviamente que hace referencia al comercio y la globalización, a partir de lo cual el autor también arroja un concepto que luego utilizará en otros capítulos, el de independencia e interdependencia como acciones en conjuntos y no divorciadas como se plantean normalmente.  En resumen, si el país del norte no tiene a quien vender ni comprar, solo no podrá autoabastecerse, como así también los países latinoamericanos necesitan del actor de peso que es EEUU en la economía, sin justamente perder la posición, la soberanía y el poder de negociación, es decir, en términos de igualdad de condiciones.
A lo largo del segundo capítulo la cuestión se centra en el sistema democrático, no de manera  crítica per se, sino a su fortalecimiento y la actual crisis que el autor percibe luego de diversas elecciones legislativas, donde gran parte del electorado de distintas naciones expresaron su disconformidad, lo cual él obviamente traduce en fallas por parte de los gobernantes.  Si bien los procesos dieron sus frutos desde lo económico en muchos aspectos, la población ha experimentado continuidades negativas con respecto al pasado inmediato que tanto mal hizo a todos.  En las bibliografías estudiadas a lo largo del año, claramente hay un tópico al cual también el autor hace referencia y merece especial mención a la hora de hablar del sistema dentro de cada Estado: los cultivos ilícitos.  Latinoamérica tiene un gran problema que lejos de encaminarse hacia su solución, ha ido profundizando un estado de situación cada vez más alarmante, y es allí donde se tergiversa el rol del Estado y su ejercicio, justamente por la acción o complicidad de aquellos a quienes los ciudadanos votan en democracia.  México, Perú, Bolivia y Colombia son ejemplos donde la existencia de zonas “grises” en las cuales no hay una autoridad real del Estado y grupos particulares ejercen un control a través de la violencia ya sea por la ineficacia o complicidad de quienes en su momento debieron poner coto al asunto.  De hecho fueron políticas ineficaces por parte de los gobiernos que se convirtieron en la base del problema.  Lagos apuesta fuerte a fortalecer el sistema, luchar contra este tipo de cuestiones como así también poner el eje en la reducción de la pobreza a través de una salida digna, y no un mero subsidio por tiempo indeterminado.  De acuerdo a los datos, los planes de ayuda social en su país funcionaron, focalizando el concepto del trabajo en primer lugar y poniendo el mérito de su logro en el pueblo, no en el Gobierno…  Finalmente dos aspectos destacables son el no divorcio de conceptos como independencia e interdependencia a nivel macro, desde lo económico, aunque marca de manera rotunda la necesidad de un control del mercado por parte del Estado, a pesar de la visión más aperturista de su país y la relación con las potencias. 
Al pasar a la tercera parte de esta obra recopilatoria, el problema del cambio climático se posiciona en el eje de la cuestión junto a la energía, que para tener una referencia de inicio en cuanto a la postura del autor, un frase lo resume todo: “El clima y el medioambiente son bienes públicos globales”.  En ese concepto no solo se refleja una mirada crítica y reprobatoria de una realidad que necesita un cambio con urgencia, sino también se vislumbra claramente la responsabilidad desde lo conductual de la población, pero más aún de las acciones de los Estados y sus jefes, la elusión de tomar medidas que desemboquen en cambios verdaderos.  Aquí aparece un dilema, la energía y el crecimiento, una complementaria de la otra.  No se puede crecer sin energía, y esta última proviene de fuentes mayormente perjudiciales al medioambiente, por lo cual ¿qué se debe hacer?  América Latina ha crecido a buen ritmo durante un tiempo, y obviamente es parte del problema, aunque en muchísima menor medida que el hemisferio norte.  De todas formas el autor demanda compromiso y planes que realmente surtan efecto.  Es allí donde surgen temáticas trabajadas en clase como el desarrollo de agrocombustibles en Brasil, las demandas energéticas de los países latinoamericanos, o las apuestas de países como Argentina, Estados Unidos, y el mismo Brasil con el Pre-sal, a fuentes no convencionales, y la polémica de contaminación que acarrea este proceso.  Así surgen interrogantes como ¿quitar espacio a la siembra agrícola para su uso en combustible? ¿sacrificar cuestiones vitales para el ser humano como aire y agua por la persecución del crecimiento económico? ¿es el IRRSA un megaproyecto que beneficiará a la región o una ambición con una clara intención depredatoria y extractiva?  Recursos, energía, crecimiento económico, se entremezclan y tienen como enemigo al mismo que el ser humano jamás podrá derrotar: el tiempo.  Una canción dice: “Dios perdona a veces, la naturaleza no…”, y esa oportunidad para la especie es una sola, el tiempo del planeta no es el mismo que el de los seres humanos.  El autor hace referencia a los diversos protocolos, la actitud casi indeclinable de Estados Unidos y las potencias emergentes del continente asiático: China e India, que paradójicamente, es el horizonte económico al cual mira el subcontinente y a futuro, política y militarmente se perfilan como actores de peso.

Finalmente llegamos al último capítulo, el más agudo tal vez desde lo crítico ya que su encabezado apunta directamente con munición pesada a lo que tal vez sea el problema más grande de nuestra humanidad: “El orden financiero mundial: la hora del cambio”.  Desde nuestra comarca que llamamos América Latina, como decía Eduardo Galeano, la posición que nos toca es claramente en inferioridad de condiciones, por historia y por las grandes responsabilidades internas que ayudaron a perpetrarla.  Lagos explica clara y didácticamente la crisis financiera que hasta hoy dura, las causas de la explosión de esa maldita burbuja financiera, con un gran porcentaje de responsabilidad de las instituciones financieras estadounidenses, el Estado de ese país, y prácticas que claramente ya estaban concebidas para que lo ocurrido tuviera altas chances de suceder.  Pero como dice el autor, los tiempos y el escenario cambiaron: Latinoamérica ya no tiene tanta dependencia de EE.UU., y la actual demanda de materias primas nos coloca en una posición ventajosa, aunque esto no es suficiente.  Las reglas del juego son las que deben cambiar, las responsabilidades y las instituciones deben reformularse o tal vez, crear otras nuevas.  El neoliberalismo tiene su punto culminante en dos ironías que apunta el autor: con una gran intervención del Estado, y en el mayor mercado financiero del mundo.  Aquí las relaciones con lo leído y estudiado son múltiples, ya que los disparadores abarcan casi todas las temáticas por la simple razón que todas las actividades productivas se realizan bajo estas reglas de juego ¿injustas? Seguramente, aunque todos contribuimos para que así continúen.  Hemos trabajado y reflexionado sobre industria, agricultura, ganadería, políticas económicas y sociales, roles del Estado, turismo, transporte y bloques regionales, y todo ha sido afectado por esta crisis que Lagos bien apunta que fue advertida por el Banco Internacional de Pagos al expresar en 2007 lo “peligroso” de esas hipotecas.  Así, vimos como el turismo tuvo su baja, como la industria fue castigada, las políticas económicas tuvieron que ajustarse y todo el resto de las actividades sufrió sus efectos, y sin embargo la esperanza de cambio sigue estando, como en el autor de esta obra, el ex presidente chileno Ricardo Lagos, quien expresa esto a partir de una frase que me parece pertinente para cerrar este post: “No creamos la crisis, pero todos somos parte de la solución”.